Un año del estado de alarma: historias reales de nuestr@s compañer@s

Un año del estado de alarma: historias reales de nuestr@s compañer@s

Cuando se decretó el estado de alarma el 14 de marzo de 2020 la vida cambió por completo, tanto la personal como la laboral. Coincidiendo con el aniversario del estado de alarma, recogemos las vivencias de compañeras y compañeros que nos cuentan en primera persona cómo ha sido y cómo han vivido este año. Son las historias de Antonio Javier, Cristina, Jordi, María Jesús, Miguel y Xavi. Pero pueden ser las de cualquiera de nosotros.

“Mis hijos tienen 1 y 5 años, y recuerdo las horas en la cocina para tener a los niños controlados con llamadas de clientes y ruido de fondo”. Así rememora los primeros días del estado de alarma nuestro compañero Xavier Rubio, Técnico en Gestión de Recuperaciones.

La experiencia de María Jesús Meijomín es cuando menos impactante. “Mi hija nació en plena pandemia y a miles de kilómetros de distancia de mi. Uno no sabe qué fuerte puede llegar a ser, hasta que ser fuerte es la única opción”, relata nuestra compañera, Directora de oficina.

Y es que la COVID-19 puso patas arriba todas las estructuras, obligando a cambiar sistemas y rutinas de trabajo e instalando, en muchos casos, angustia e inseguridad.

“He sentido miedo. Principalmente, porque puedo haber sido el responsable o por lo menos el portador del ‘bicho’ a mi hogar”. Jordi Nogueira, Subdirector de oficina, se contagió tras compartir espacio sin ventilación con una compañera que, dos días después, dio positivo. “Se lo pasé a mi mujer, a mis hijos y a mi suegro, que tenía patologías pulmonares previas que por la COVID-19 se le complicaron y de las que, a día de hoy, sigue en proceso de recuperación”, nos cuenta Jordi. Tampoco puede olvidar que “estoy teniendo que tramitar la Testamentaria de algún cliente al cual has escuchado, asesorado, incluso reído con él en ocasiones y su familiar te dice: “ha fallecido por Covid”.

Antonio Javier Montero, apoderado de firmas, estuvo ingresado por COVID y de baja más de dos meses. No ha sentido miedo pero sí “mucha, mucha preocupación ante una situación que he vivido con angustia”. El coronavirus le afectó a él y a su familia, aunque de forma más leve, y agradece que “mi superior directo se haya interesado por mi regularmente para preguntar por mi estado de salud”.

También Cristina García, Dinamizadora de Sistemática Comercial, estuvo de baja tras contagiarse “aún no sé cómo lo cogí, porque tomaba todas las medidas necesarias”. Se lo transmitió a su esposo, sus dos hijos y su madre. “Viví esos momentos con mucho desasosiego por el desconocimiento generalizado que había de la enfermedad, así como sus secuelas y por el periodo de aislamiento”. “Recuerdo especialmente dos momentos, el estrés de trabajar sin descanso en Semana Santa para tramitar operaciones ICO y la desesperación por conseguir que les hiciesen los test PCR a mis hijos cuando me contagié en la segunda ola”, explica.
 
“He sentido miedo. Y sigo sintiéndolo por mí y por todos los que me rodean, porque el tiempo está demostrando que las consecuencias en cada caso son imprevisibles y eso provoca cierta angustia”, narra Miguel Bouzas, Gestor de No Residentes. Nuestro compañero no ha tenido coronavirus, pero sí reconoce la preocupación por la posibilidad de contagiarse y contagiar a otros. “Al final si te contagias y contagias, quieras o no siempre vas a padecer un sentimiento de cierta culpabilidad”, puntualiza.

Más allá de las vivencias personales, cada uno ha experimentado una situación laboral diferente. Cristina tuvo que compatibilizar su puesto de trabajo con otro adicional debido a la baja de una compañera, alternando teletrabajo y presencialidad en los Servicios Centrales, “con jornadas laborales maratonianas para poder dar servicio a mis compañeros, responsables jerárquicos y clientes”. Jordi alternó trabajo presencial con teletrabajo y de este año ha aprendido “que mis capacidades de adaptación al teletrabajo, a las nuevas tecnologías y a otras formas de trabajar son óptimas”.

María Jesús trabaja 100% presencialmente desde agosto de 2020 y se siente afortunada, dentro de las circunstancias, porque “en ninguna de las oficinas en las que he trabajado se ha registrado ningún caso de COVID. Ni mis familiares cercanos ni yo misma lo hemos tenido. Pero, sí he tenido y tengo miedo”. “Lo peor de este año, la distancia social y  las mascarillas que ocultan nuestras emociones, porque me gusta y necesito ese contacto”, añade. Miguel, reconoce el ahorro de costes y tiempos de desplazamientos gracias al teletrabajo, aunque apunta la dificultad de separar el espacio personal y laboral, así como la “pérdida del concepto de equipo” como desventajas. “Con mis superiores he tenido contacto permanente por teléfono, al igual que con los compañeros de departamento y de oficinas y nos hemos ayudado mutuamente. El psicólogo invisible funciona en casos así”, concluye. Antonio Javier compaginó teletrabajo y presencialidad; y comparte la opinión que lo peor del teletrabajo “es que no terminas de desconectar en todo el día y no tienes la cercanía necesaria para desarrollar el trabajo con el apoyo de tus compañeros”.

Para Xavi, quien espera “que el teletrabajo haya llegado para quedarse”, desarrollar su labor desde casa ha hecho “que se fundieran los espacios personales y laborales más de lo deseable, pero era una situación extraordinaria, con los niños en casa y sin alternativa, por lo que yo agradezco esa facilidad que se dio”.

La mayoría afirma haber sentido el apoyo de sus superiores y compañeros; no tanto el reconocimiento de la población, por el nivel general de crispación de la sociedad dada la situación tras la declaración del estado de alarma, y la calificación del sector financiero como ‘servicio esencial’. Por ello, indica Xavi, “deberíamos ser prioritarios para la vacunación. O eso, o que no digan que somos esenciales. Es un tema de lógica”.

Lecciones de este año:

  • "He aprendido que hay que disfrutar lo que tenemos como si no hubiese un mañana", Xavi.
  • "Todo es mucho más frágil de lo que pensamos", Miguel.
  • "Mis capacidades de adaptación al teletrabajo, a las nuevas tecnologías y a otras formas de trabajar son óptimas", Jordi.
  • "Tenemos que valorar lo que tenemos, darle más importancia a las pequeñas cosas", Cristina.
  • "Nos han instaurado miedo", María Jesús.
  • "La vida es muy frágil y la situación económica puede cambiar de forma inesperada", Antonio Javier.

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